Pensar de más.
Volver a noches de compartir un par de sonrisas, perdidas en el borde de un chupito de tequila, con limón, pero sin sal. Esos que nos quitaban el frío que nos prometía tiritar, pero que nos hacía bailar.
Volver a escuchar esa canción.
Y que jodido suena recordar.
Y que jodido es.
Volver a buscar miles de conversaciones que nos hacían vacilar a la luna, tratando de verla despierta. Y ganar al sol en su intento de despertarte todas las mañanas.
Y escuchar millones de te quieros.
Uno por cada despedida.
Y desear más fuerte un piérdete, que sonaría más real que nunca.
Tanto que andamos perdidos en unos versos.
Que nos salvan.
Hablamos del orgullo, que me sobra a patadas.
Y de los cojones que no se echan.
Porque para echar, de menos se nos da mejor.
Y hablamos de un menos que nos pierde, a pensar.