Ojos marrones. Chocan por milésimas de segundo. Una mirada, una mirada. Una sonrisa, una sonrisa.
Y ahora nos perdemos los dos.
Poros abiertos. Pupilas dilatadas. Sonrisas perdidas, en unas sábanas con olor a días de nieve.
Me mordisquea el cuello, y yo me pierdo en su pelo, y lo sentimos los dos.
Es tan perfecto.
Ahora somos nosotros.