Un guiño de ojos que la enloquezcan.
Una caricia de alguien que la diga que todo va a ir bien.
Un susurro sin mucha explicación, que haga que se nos ponga el pelo de punta.
Alguien que la haga saber cual es su razón de ser, que la haga sonreír hasta no poder, que la haga bailar y disfrutar, que la haga beber para ahogar las penas, y que la haga desear una reconciliación.
Alguien con quien tirarse en la hierba y estar días sin entrar.
Alguien con quien compartir, con quien sentir, y sentirse libre.
Un estremecerse, un cosquilleo hasta en la punta de los
dedos.
Alguien que sea capaz de hacer que su cuerpo sienta eso, que su corazón se altere como se altera un niño pequeño cuando tiene miedo. Pero
que no sea esa clase de miedo, si no un miedo que te arrope.
Un miedo que estas dispuesto a correr.
A sentir.