Oírlo otra vez, una vez más. Y es que se echa tanto de menos… Ser ese puto único motivo de seguir vivo. Y sentirse viva. Pero una cosa he aprendido, y es que nunca estamos seguros de todo, ni de nada. Y dicen que la desdicha nunca avisa. Y es que no solo fue eso, fueron todas esas noches casi viendo amanecer, y esas sobrevolando la ciudad, en las que llegamos a rozar el cielo con las yemas de nuestros dedos… y se hace tan difícil asumirlo. Pero es que no es capricho es necesidad. Y entonces buscamos el remedio más fácil, y la pagamos con nosotros mismos.Porque somos títeres enloqueciendo por un par de gramos. Nos creemos que así podremos sentirlo, saborearlo, tenerlo. Poder volar… o poder morir.
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